Aunque esta carta de Juana Manso a Juan María Gutierrez suele vincularse a Camila O’Gorman, no la menciona. Refiere a un caso contemporáneo que le confiaron y que la lleva a pensar, con agudeza y sensibilidad, en las tensiones propias del mundo afectivo de las mujeres y los poderes que la atraviesan.
Amigo y señor:
Ayer tuve una conversación sobre aquella tenebrosa historia de que hablamos el otro día y de esta vez puedo afirmarle que la triste verdad me ha sido revelada, aunque con la mayor reserva.
¿Recuerda V. la historia de San Francisco de Sales y Madame de Chantal?
No se trata pues de un atentado feroz sino de una de esas desgracias irremediables ante las cuales es preciso doblegar la frente y decir “miseria humana».
Es indudable que ella ha sentido una pasión; ¡pobre mujer! ¿Quién se atrevería a condenarla? El cura era su director espiritual; hacen seis o siete años que día a día iba esta desgraciada al confesonario; al principio era ese cariño respetuoso y sereno en armonía con el estado de ambos; después ella no pensaba sino en él, lo cuidaba, lo quería… Una noche entró a su casa llorando a sollozos.
Inútiles luchas de una austera virtud, “había tentado y la habían tentado»; la glace est rompue, y aquella que había querido conservar su corazón puro de pasiones mundanas, dedicado a Dios y a su familia, sentía al fin el aguijón de fuego que dobla las naturalezas mejor organizadas!
¿Amárala él?
Lo dudo. Estos sultanes se dejan amar, y desde ese trono tenebroso que se llama el confesonario gobiernan las conciencias… ¡y los cuerpos!
Es indudable que en su delirio se escapan gritos de esa alma tan hondamente atribulada pues sabrá V. que una hermana de la Caridad significó a la madre que se la llevara.
Esto se comprende bien; quieren silencio; la loca habla de una joya guardada y perdida; habla de él; está condenada por ese amor que ha estallado en su seno con tanta más violencia cuanto que está en esa edad terrible que es preciso ser mujer para sentirla y comprenderla.
¡Tiene 44 años!
Está, pues, de nuevo en su casa; a veces dice que se arrepiente de no haber cedido, otras dice que está condenada al fuego eterno; una de estas mañanas la veré pero como puede V. imaginarlo respetaré su demencia y su desgracia!
Su affma.
Juana Manso.
Sin fechar,
Por el contenido se la puede fechar: ?-XII-1865.
Publicada en el tomo VIII del Archivo del doctor Juan María Gutiérrez (CR 982)
Archivo Gutierrez. Biblioteca del Congreso. Ver original aquí




