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Modas/ Juana Manso, 1864

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Tocamos a una época de transición; el otoño golpea a nuestra puerta, con sus brisas melancólicas, su cielo azul y su verdor amarillento: la muselina vaporosa, es reemplazada por tejidos de lana, flexibles todavía, pero precursores de otros más tupidos. Decididamente, las gorras son el distintivo de las casadas, la diadema de las matronas: mientras que el gracioso sombrerito tradicional del Pompadour, ha invadido nuestras calles y paseos, sombreando la frente cándida de las lindas niñas de Buenos Aires. 
Los miriñaques siguen su curso sobre la tierra, como los astros el suyo al través del espacio y de los siglos: mal pese a los opositores del miriñaque, es indudable que él es hoy el complemento de nuestra individualidad femenina, lo que nos ha completado y nos realza. Llámennos en buena hora muñecas de alambre y de cartón—Viva el miriñaque.
Siguen las polleras largas, cuerpos a la garibaldina, mangas de puño, cuello y puño lisos o bordados.
Sacos cortos para las niñas, mantas y pañolones para las matronas.
Es esencial que el traje sea un distintivo del estado, la moda debe tener sus gradaciones como la luz y como los colores; la igualdad es muy nociva respecto a modas, y es ya tiempo de que nosotras impongamos una ley, la de las costumbres. Por ejemplo, la sencillez conviene a las solteras, una virgen es una flor, su mejor adorno es el aroma de su juventud, su lujo incomparable, el tesoro de su gracia inmaculada.
Nos declaramos desde nuestra aparición como cronista de la moda, opositoras del lujo; queridas lectoras, si hay un ser a quien Dios haya dotado de riqueza ingénita es la mujer, nuestros dotes naturales a poco costo se realzan, la ostentación es el aparsagio de las viejas y de las feas, las niñas, las mujeres lindas no necesitan empobrecer a sus padres, a sus maridos y lo que es peor todavía, asustar a sus pretendientes.
Asi es que al hacernos el órgano de la moda en Buenos-Aires, no venimos a contribuir al descarrío de las que no saben conformarse con los desdenes de la fortuna, sino por el contrario, venimos a poner en boga los géneros al alcance de todos, realzados por la elegancia y el buen gusto; venimos a hacer una gran revolución, lo prevenimos.
El imperio de la mujer es la moda; pero no tiránica y costosa, sino fácil, ligera y graciosa; no ruina que oprime, si anzuelo, arpón, lazo, con que pescar corazones y sobre todo…. maridos!
Ser franca y marchar resueltamente, es el medio de alcanzar el objeto propuesto.
La moda no es solo la clase de los tejidos en uso, el talle de los vestidos, la hechura de los tapados, la forma de las gorras y sombreros; la moda es algo más que todo eso, es la pragmática de una sociedad, la constitución de la mujer, el código de la cultura de un país; un diario de modas es el órgano de la elegancia, el bazar del comercio y de los artículos de fantasía; a su sombra mucho se puede decir y mucho se puede enseñar.
Desde el próximo número trataremos de llenar ese vacío de nuestra sociedad, y el bello sexo tendrá su diario, libre de batallas, de elecciones, de política y todas las nubes que sombrean el cielo de la patria Argentina.

DOLORES. Seudónimo de Juana Manso. La Flor del Aires, Periódico literario ilustrado, Marzo 3 de 1864, Buenos Aires, N°1.

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