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«Cartas Porteñas»,1865. Contra las sombras del fanatismo y la ignorancia

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A los corazones heridos, sombra y silencio. Balzac

  

Cuando no es posible aplicar estos dos calmantes del dolor, tomase al menos uno de ellos—el silencio.

¡Felices aquellos que pierden el corazón en las batallas de este mundo, y más felices, los que han nacido sin este sobre hueso harto incómodo por el tiempo que corre!

Buenos Aires ha estado de duelo: primero con los heridos de la charqueada del 25 de Mayo; después con las despedidas.

Nuestro esquife se ha visto algo combatido por el huracán y las olas, necesario ha sido arrojar alguna carga al piélago, como dice Juan Carlos Gómez en sus versos; y todas estas razones, con una competente dosis de spleen, han hecho que guarde un obstinado silencio de cerca de cinco semanas.

Sin embargo, que la Revista tiene buenos colaboradores, pero soy de opinión que cuando toma uno sobre sí algún empeño, es necesario ir adelante y no desmayar en el camino.

En mi calidad de Correo de Buenos Aires, no he faltado a ninguno de los grandes episodios históricos de la plaza pública, desembarque de heridos, embarque del Presidente, etc.

El primero de esos espectáculos fue dolorosísimo …. ¡corramos sobre él un velo discreto!

El segundo fue sublime, conmovedor; un silencio de lágrimas que se comprimen era su más general expresión; Mitre iba como siempre, afable, sereno, pálido: nos pareció conmovido.

La multitud en el muelle era compacta, yo estuve en una baranda hasta ver alejarse los botes; después la turba se dispersó, el muelle quedó desierto y solo el ruido monótono del agua entre los palos que sostienen el tablado siguió su eterno murmullo.

¡La fisonomía de la ciudad es triste, se han ido, se van tantos!

Uno de los acontecimientos notables de la quincena ha sido la fiesta de los Masones, y el discurso del Dr. Pérez.

Cuando recuerdo que hacen 8 años los Masones fueron excomulgados, y veo que al fin se presentan en campo abierto y que el primer magistrado de la República es Masón, no puedo menos que alegrarme por alcanzar a ver rayar en mi país los albores de una época más luminosa que la que hoy atravesamos.

¡Pobres países tan atrasados, tan contaminados por la colonia española! y lo peor de todo, tan persuadidos que todo lo han hecho cuando no han empezado todavía —cuando todo está en germen: ¡Libertad, República, Educación, Literatura, Sociedad, Porvenir!

Felizmente, parte de la juventud comprende que hay algo que no se ha hecho aun, y que es preciso hacerse; esta confianza ciega de nuestra actual situación es peligrosísima en estos países donde la acción oficial es todo y la iniciativa popular ninguna-, donde la asociación es absolutamente necesaria para formar la opinión, que es la palanca de Arquímedes de nuestro siglo.

Será esa la gran misión de la Masonería, que es también el contrapeso del partido ultramontano, sobre el que no hay que hacerse ilusiones de inocencia.

El ultramontanismo derrotado en Europa, sin cabida en Norte América, se aclimata entre nosotros, porque es una de las raíces de la colonia, y porque lo han dejado apoderarse de la Educación de la juventud: Buenos Aíres tiene 7 colegios manejados por Jesuitas de ambos sexos—tres casas de varones y 4 de mujeres.

Las Hermanas de la Caridad que se hicieron venir para los Hospitales y casas de Beneficencia, han ido poco a poco abriendo colegios, construyendo grandes edificios; ellas venden los libros al costo, educan gratis multitud de niñas, y solo siendo miope, no se distingue la mano de San Ignacio de Loyola en este asunto.

En qué parará todo esto, no sé, pero me alegro que la Masonería se presente en el palenque a rostro franco, como en todo país civilizado: ¿hasta cuándo hemos de encarnar la religión en la sotana? ¿hasta cuándo hemos de temblar delante de una sombra, y han de ser un crimen la libertad de conciencia, y la libertad del pensamiento?….

Bien bastan los hábitos coloniales entrañados en nuestro suelo; legislaturas mudas, gobiernos arbitrarios, prensa condescendiente, el Dios Empeño siempre en alto y estos eternos pasteles de compadres, estas farsas interminables donde retumban siempre palabras altisonantes, ¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitución!

¡Palabras! ¡Palabras! ¡Palabras!

¡Nada entre dos platos, sino sacar cada cual la mayor tajada posible!… ¡Probidad política! ¿dónde estás? …. ¡Pobres países!

Decididamente, lectores, estoy con los diablos azules en la cabeza porque nada me contenta, y pienso como nuestro amigo Frutti, que al pueblo se le debe siempre ¡la verdad!

¡El pueblo! ¡qué pacífico rebaño! ¡Inocente personaje de la farsa política, al pie le rinden los honores de amor y de protección mientras le agujerean los bolsillos!

¡El pueblo! ¡crucificado siempre y siempre en boca de todos los Dulcamaras, comerciantes de Patria!

¡Vamos! estoy detestable, voy perdiendo mi condición inofensiva de la más humilde de las flores; no parece sino que el espíritu satánico de Diógenes que andaba armado de su linterna en medio del día y a la que él llamaba la verdad, me anduviese tentando esta vez.

Reñida con las Modas, fastidiada de estos Teatros sin arte, hastiada de una sociedad sin corazón; aburrida de una política usurera; ahogada por los miasmas mefíticos de la inmoralidad de la época, ¡creo que si fuera Ingles, me ahorcaba para no ver ni oír lo que me rodea!

A todos mis tormentos, se reúnen los cajistas que han convertido ¡la Quena de la Sra. Gorriti, en la Guerra y un padre Septuagenario en Septuagésimo!

Esto en cuanto respecta a la Revista, en cuanto a La Tribuna de Buenos Aires, a una de mis amigas que se arriesgó a publicar los adjuntos versos le hicieron rimar -desprendido con malvado, cuando debía decir ¡despiadado! Los cajistas son los entes más abominables de la creación, después de los necios, de los pérfidos, de los prestamistas, de los pechadores, de los Narcisos, de los Lovelaces y de todas las plagas que visten pantalones.

Violeta

Juana Manso

Juana Manso. Corresponsal de La Revista Literaria, Cartas Porteñas, La Revista Literaria, Periódico Hebdomadario de Literatura, Montevideo, Julio 2 de 1865, Año I, N°9, LEER

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