Esta infatigable educadora que hace días partió para Montevideo, regresando ayer, ha dado en esa ciudad una lectura pública.
Con respecto a ella habla el Siglo:
“LECTURA EN COMUNIDAD—Por primera vez se efectuará hoy a la una, en el salón de la Universidad, la que dedica a la juventud oriental la afamada educacionista Da. Juana Manso.
La lectura instructiva en comunidad inaugurada recién por la distinguida señora, es una institución muy generalizada en todos los pueblos cultos; y hasta en la colonia alemana de Entre- Ríos, está organizada hace tiempo una sociedad con ese objeto.
La instrucción que de tales lecturas se irradia en la sociedad, satisface un vacío del espíritu humano en los tiempos actuales.
En época no muy remota, cuando la Iglesia tenía bajo su amparo la dirección de la sociedad política y civil, los sermones místicos constituían la alfósfora de civilización en que se empapaban los cerebros del pueblo, ávido siempre de saber.
Con el predominio de la autoridad política, el individualismo ilustrado en sus intereses morales y materiales ha hecho caer en desuso la civilización teológica.
Los sermones están casi suprimidos, no diremos si por escasez de clero culto o de auditorio devoto. No nos compete ir tan lejos.
El hecho es que la mente del pueblo necesita como el pan de cada día, el pan de los principios.
Y mucho más en pueblos nuevos, donde un alarde de libertad, suele llevarnos a dirigir la nave de la nación, cuando todavía no atinamos a dirigir nuestros propios negocios.
El periodismo, por ilustrado que sea, no satisface esa necesidad de alimento intelectual, a la altura de las medianas inteligencias que son las que más precisan; porque no todos saben, ni tienen tiempo de leer las producciones instructivas que de vez en cuando se publican.
La palabra hablada tiene más eco en el espíritu.
Si el consejo Universitario, que inspirado en estas consideraciones ha ofrecido su salón a la Señora Manso, deja abiertas sus puertas para otros casos, competencias científicas, las inteligencias, todas, tendrán allí un vasto escenario donde hacerse conocer, divulgando verdades que sostengan el equilibrio de la vida moral y física del individuo, en sus relaciones con la patria, la familia y la sociedad.”
La Tribuna 9 de enero de 1867