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Educación popular, Juana Manso

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Dijimos en nuestro número anterior, que era preferible en el estado actual de nuestra sociedad, en lugar de una repetición de lo que se llamaba antiguamente escuelas patrias, la adopción de la idea de las casas de refugio: y que si esas casas se organizasen debajo de ciertos principios y con el cuidado que requiere un negocio tan serio, esos niños segregados de los vicios que gangrenan hoy nuestras clases pobres, serían dentro de diez años una raza nueva de hombres.
Nada sería tan simple como la adopción de ese plan. El gobierno ha pedido planos para la aduana, para un teatro, ¿por qué no lo pediría para una casa de refugio?
Hace pocos días que se ha publicado un decreto creando un seminario eclesiástico: ¿por qué no se expediría otro creando las casas de refugio? ¿Concebís la idea de un edificio sin cimientos?
Juzgáis que sin educar el pueblo, ¿podréis constituiros, y moralizaros? ¿Queréis hacer revivir el esplendor de la Iglesia? ¿Y por qué vais con tanta lentitud en lo que respecta a la educación popular? ¿Creéis que la Religión y la moral se debe escribir sólo en el exterior de los hombres?
Si no formáis el corazón de la juventud, si no educáis el alma de los niños, no con preceptos, ni con reglas confusas, con la enseñanza práctica, con la teoría reducida a acción, ¿queréis hacer un pueblo moral y religioso?
Nunca lo conseguiréis. Nunca habrá orden estable en el país. El pueblo será siempre una fuerza bruta, cuyo brazo estará a las órdenes del primer caudillo que lo quiera armar.
Dirán, el gobierno tiene otros negocios indispensables que no puede desatender. Bien, nombrad una comisión inteligente para ese efecto. Nombrad un individuo; si la elección recae en una persona de inteligencia y patriotismo será lo suficiente.
Me diréis: no hay recursos. A la verdad doscientos mil pesos anuales es muy mezquina subvención. Hoy se puede aumentar sin peligro esa suma, todo está en principiar. Pedid primero el plano del edificio y el presupuesto de los gastos de la fábrica.
¿No tenéis recursos para esa primera necesidad? Hay un medio fácil: es verdad que no es estrictamente moral, pero ya que lo permitís como industria en el país, cuando a la verdad no pasa de vicio, ejercedlo en pro del bien público. Hablo de las loterías. Cread una lotería pública, cuyo objeto sea aplicar sus
productos a levantar la 1ra. casa de refugio para albergar la niñez indefensa contra la acción venenosa y roedora, del vicio y de la ignorancia.

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Educación Popular. Álbum de Señoritas, Tomo I, Nº4, 22 de enero de 1854.

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