ANALES DE LA EDUCACIÓN DE LA PROVINCIA DE SALTA-Siguiendo el buen ejemplo de Catamarca, Salta ha emprendido una publicación análoga bajo la dirección del Consejo de Instrucción Pública de la Provincia.
Esas publicaciones son pues, frutos de la propaganda iniciada por los Anales de la Educación Común en 1858 y que nos ha cabido el honor de continuar desde 1865.
A medida que la educación pública vaya tomando mayor incremento en las provincias, circularán esa clase de periódicos que son el órgano natural de la grande idea que representan.
El año de 1872 termina muy pobremente para la educación en esta provincia. Nada hay de nuevo, de real ni de consolador. La economía en las escuelas ha degenerado en miseria. El sistema últimamente adoptado para la provisión de útiles no puede ser peor. Todo pedido tiene que llevar el visto bueno del Jefe; de manera que si este no va a la Oficina en una semana, la escuela carece de útiles. Otras veces, cuando el maestro llega a la oficina, el Jefe ya ha salido, y el pobre preceptor tiene que volver al día siguiente, cosa que se repite muchas veces, días y días.
¿Pues no sería más obvio que el maestro firmase en el «Libro de entrega de útiles», el recibo de los que pide, y lleva par su respectiva escuela? Por otra, no sería mejor que cada escuela llevase con la oficina del Depósito, su cuenta corriente de útiles?
Si el móvil que se ha tenido al imponer el visto bueno, es garantir el Tesoro de la Provincia contra las depredaciones del consumo fabuloso de útiles de Escuela por los maestros y maestras; el encargado del Depósito no queda por cierto mejor parado en este exceso de fiscalización. Entretanto, vemos a menudo circulares impresas, cuando una prensa de copiar podría ahorrar ese gasto inoficioso.
Los exámenes han seguido su rutina ordinaria; frisando apenas la epidermis de la escuela, i gratificando a unos y deprimiendo a otros, nada se ha dicho sobre el asunto premios. En verdad que para gratificar a los niños con los insulsos libritos de costumbre mejor es nada; por aquello de que «para semejante candil vale más dormir a oscuras.»
Se acabaron las medallas, tradición preciosa de las condecoraciones de la caballería andante; vinieron los libros y a nadie se le ha ocurrido hasta hoy, las tarjetas que marcando la categoría de las secciones, contenga la clasificación obtenida por cada alumno.
Oh! rutina quién pudiera extirparte de raíz!
El Consejo de Instrucción ha sido convocado este mes para tratar sobre el asunto de un Preceptor de campaña acusado de diversos delitos pedagógicos. Sean cuales fueren ellos, y sea cual fuere la veracidad de la acusación, desearíamos que el C. de I. estableciese como regla invariable de sus actos no prohijar la delación. Sin abandonar las escuelas al capricho de un mal maestro, pueden establecerse reglas que salven el decoro del profesorado y el del propio consejo. Esas reglas podrían consistir en que: siempre que un maestro se tornase reo de delitos punibles bien con la suspensión transitoria de su empleo, bien con la destitución absoluta; solo sería admisible, no la denuncia sino antes una queja formal de la Municipalidad suficientemente autorizada por la comprobación auténtica de los hechos; acompañada de las firmas de los propios padres de los alumnos agraviados.
Lo contrario es caer en el sistema del Paraguay bajo el dominio del Dr. Francia y de los Lopezguayos.
Anales de la Educación Común. Vol. XII, diciembre de 1872, N° 5.