Cartas porteñas
SUMARIO—Novedades de invierno—Transformaciones que producen las modas—La cosecha de la muerte—Obras de la Señora de la señora de Gorriti—Desenlace de un romance amatorio—Los voluntarios.
Señor Director de la Revista.
Empezaré mi correo por hablarle de modas, cosa que a Vd. personalmente le interesará muy poco, pero en cambio les parecerá muy bien a las lectoras de su «Revista.»
Los géneros de la estación no presentan gran variedad del año pasado: son los mismos poples de seda, de lana; las mismas popelinas, a bastones y a cuadros—Los chalones a cuadros fondo blanco o punzó; ligera variación en las gorras; ¡pero los mismos sombreritos Dubarry, kepies y yelmos de Mambrino circundados de unas especies de bellotitas muy parecidas a las que ostentan las arañas de cristal.
Las levitas están a la orden del día; he visto unas á la Robespierre con chupetín; acompañadas de cuello parado a lo hombre y corbata, para que la metamorfosis fuese completa debía de acompañar látigo, cigarro en la boca y espolín en la bota, ¡y más que todo bombacha si el pantalón presenta sus inconvenientes! ¡Santo Dios! ¿adónde se ocultarán las damas en cinta y las gordas? ¿dónde dejamos la figura de las pobres mamas arrugadas y que ya no están para tafetanes, obligadas a disfrazarse de pajecillos de Luis XV cuando mal arrastran sus piernas? ¡Vaya V. á calzar bota, vestir levita, usar cuello almidonado, enlazar corbata y abotonar chupetín a los sesenta abriles, con la yapa del sombrero, kepi o yelmo!
Verdad es que luego salen con que «esto no es para las señoras formales;» de modo que a poco andar no habrá en clase de mujer sino las viejas; ¡las niñas van a enmascararse de mosqueteros!
No hace muchos días, que una de estas bellas soñadoras, se presentó en la calle de la Florida, sin miriñaque, su levita a la Robespierre con chupetín, cuello parado, corbata, melena a lo Buridan, botas, sombrero a la Mosquetaire y manos en los bolsillos. …a continuar la mascarada andaremos dentro de poco preguntándonos unos a los otros—¿Es V. hombre?—¿Es V. mujer? Resta el distintivo de los bigotes y la pera, sin avanzar que los peluqueros no suplan la falta de la naturaleza en el sexo bello empeñado en metamorfosearse feo. ¡Lo que puede la moda!
La muerte ha herido con su guadaña (estilo antiguo) una dama de la alta sociedad, un viejo negociante al que la fortuna había retirado sus favores, y un joven que probablemente sería la esperanza de su familia, cuando no lo fuese ya de un corazón de 15 años… ¿qué hacer? es preciso resignarse desde que ese último capítulo del drama de la vida todos lo llenamos del mismo modo! El día que se condujeron a su última morada los restos de la señora de E…. iba yo por la calle del Perú y al doblar por la de Victoria, me encontré con el acompañamiento fúnebre. La gente cruzaba indiferente de uno a otro lado, la agitación comercial de esas calles, el martilleo de los albañiles que levantaban en uno de los ángulos de esa boca-calle un edificio, el trafago de carros todo hacía tal contraste con aquel lujoso acompañamiento, aquellos coches llenos de gente indiferente …. ¡qué mundo! ¡qué farsa! hablemos de cosas más alegres.
En este momento se publican las obras literarias de la Sra. Da. Juana Manuela Gorriti, editadas por el Dr. Quesada. La 1a y 2a entregas traen una novela cuyo título es «La Guerra». La Sra. Gorriti ha sido juzgada como literata por personas demasiado competentes para abrir ahora un nuevo juicio sobre sus obras, así es que nos limitaremos a desear que obtengan una generosa protección del público y que la sociedad Montevideana le preste su cooperación, pues además de ser la Sra. Gorriti la primer romancista de estos países, es siempre digno de recompensa el talento que cultiva las letras en medio del aislamiento desconsolador en que vivimos los obreros del pensamiento, como bautiza el siglo a los que vivimos borroneando papel y consumiendo tinta y plumas de Gillet.
Las obras en cuestión, constarán de unas treinta o más entregas que se repartirán semanalmente; cada entrega es de 16 páginas en 4.°, por la cual solo se pagará un real fuerte!
¡Felices tiempos los nuestros en que ya se imprimen libros escritos por Señoras, y en que la literatura va asumiendo la forma visible de la publicación!
Pasemos al capítulo, amores.
Como le he dicho en mis anteriores, la guerra sigue ofreciendo campo al romance: juzgue V.
Hay una linda criatura que se halla locamente enamorada y que es correspondida con usura.
Días antes del feroz malón Paraguayo sobre nuestros indefensos vapores, la niña en cuestión había sido pedida en casamiento; ya se trataban de los preparativos necesarios, cuando he aquí la guerra que a tambor batiente viene a deshacer el proyectado enlace; a él le tocaba marchar; su batallón es de los que salen, ¡oh angustia! aquí fueron los desmayos, los llantos, los suspiros; restaba una esperanza, el sorteo, tal vez el destino le deparase negra… .llegó el día fatal y nuestro amante sacó blanca! ¡era la señal de marchar! No había ya remedio sino transferir el casamiento para después de la guerra. ¡Pero hay un Dios para los amantes, y después de tanta angustia, vino el decreto de exención del servicio a los hijos de viuda o padre septuagésimo, y nuestro enamorado que es hijo único de madre viuda quedó exceptuado de salir a campaña!… ¡Por supuesto que los preparativos que se habían suspendido han redoblado ahora de actividad y los felices enamorados, más apasionados que nunca, verán muy pronto realizadas sus esperanzas poniendo un punto final al primer capítulo del romance de la vida! ¡Dichosos los que encuentran en ese lazo la felicidad del resto de sus días!
Los aprestos bélicos siguen, y el furor de los voluntarios también: no hay día que no se anuncie un nuevo combatiente…. y
Partant pour la Syrie
Le casque en tête
Et la Iyre á la main.
Nos van a dejar solas, sin hombres, ¡qué horror y qué expuestas a que impelidas por la moda, a fuerza de calzar bota y abrocharse la levita, y ponerse el sombrero y atarse la corbata, las mujeres lleguen a persuadirse que son hombres y deroguen la ley sálica, que tampoco sé por qué razón ha de imperar en las Repúblicas.
Hasta la semana entrante.—Adiós.
Violeta.
Juana Manso. Cartas Porteñas, La Revista Literaria, Periódico Hebdomadario de Literatura, Montevideo, Junio 4 de 1865, Año I, N°5 LEER